03 agosto 2015

¿Qué es el temor?


¿Qué es el temor? ¿De dónde viene su poder aniquilante? 

No corresponde a ninguna realidad; no es más que un fantasma de la imaginación. Cuando nos damos cuenta de ello, deja de tener poder sobre nosotros. Si tuviéramos mayor consciencia y si pudiésemos entender que no hay nada externo a nosotros mismos que pueda hacernos daño, no temeríamos nada.


El temor destruye la capacidad de iniciativa. Mata la confianza y causa INDECISIÓN; nos vuelve vacilantes, nos resta energías para emprender las cosas y nos llena de dudas. El temor nos quita toda la fuerza.

Podemos neutralizar un pensamiento de temor anteponiéndole como antídoto un pensamiento de valentía, del mismo modo en que el químico destruye el poder corrosivo de un ácido poniéndole  su contrario, un agente alcalino.

La preocupación no es más que una forma de temor. No tiene demasiado poder de maniobra en un hombre que posee una buena salud física y mental. Ataca sobre todo a los débiles, a aquellos con poca vitalidad y energía.

El temor o el terror que nos invade siempre son proporcionales a nuestra debilidad y a nuestra incapacidad para defendernos contra la causa que lo provoca. Cuando tomamos consciencia de nuestra fuerza y de lo que nos aterroriza, dejamos de tener cualquier sentimiento de temor.
El temor deprime y esclaviza; resulta fatal para nuestro desarrollo. Si no nos libramos de él, acabará secando las fuentes de vida. 

El amor, que ahuyenta el temor, produce el efecto opuesto en el cuerpo y la mente. El amor ensancha el corazón, la inteligencia contribuye al desarrollo de las células vitales y aumenta la potencia cerebral. El temor causa terribles estragos en la imaginación, que esboza con toda clase de cuadros sombríos. La fe es su antídoto perfecto. Mientras que el temor sólo ve sombras y tinieblas, la fe es capaz de ver el filo de plata que ribetea la nube y el sol detrás de ella. El temor mira hacia abajo y espera lo peor; la fe es optimista. El temor anuncia siempre el fracaso; la fe predice el éxito. No puede existir ningún temor a la pobreza o al fracaso cuando la mente está dominada por la fe. La duda no puede subsistir en presencia de la fe, ya que está por encima de toda adversidad.

El hombre que está paralizado por el temor no puede hacer uso de todas sus facultades. Debe tener la mente despejada para tener seguridad y confianza. Algunas personas viven permanentemente con el temor de que les ocurra una desgracia. Este temor les obsesiona, incluso en sus mejores momentos. Su felicidad se ve enturbiada hasta el punto que no disfrutan realmente de nada . El temor se ha quedado impreso en la trama de sus vidas, intensificado por su excesiva timidez.

El temor modifica la circulación de la sangre y de todas las secreciones; paraliza el sistema nervioso y puede incluso llegar a causar la muerte, es algo bien sabido. Mientras que todo lo que nos hace felices, todas las emociones agradables relajan los vasos sanguíneos y facilitan la circulación de la sangre. El miedo, por el contrario, comprime los vasos y dificulta la circulación. Lo podemos comprobar al ver como se ponen pálidos los que pasan miedo.

Si un terror repentino puede producir estos efectos, qué decir de la influencia perniciosa del temor crónico que paraliza el organismo durante años y le va matando lentamente. La tasa vibratoria es muy baja, destruye el ánimo y atrae la negatividad en todos los demás ámbitos de la vida.

En la vida real, no resulta siempre fácil controlar cada situación, lo reconozco. Si alimentas las situaciones con tus pensamientos de una forma desagradable, estarás acelerando su realización negativa. Tienes dos opciones. La primera consiste en hacer que cambie un acontecimiento mediante tu pensamiento, evitando siempre la toma de poder. La segunda reside en aceptar la situación que se presenta y pasar a la acción para cambiar el aspecto negativo que acarreas en tu vida.


¡Reacciona positivamente! ¡Gestiona tu pensamiento!

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